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jueves, 2 de agosto de 2012

REHABILITACIÓN DEL ANCIANO CON FRACTURAS

El incremento de la longevidad humana está produciendo un creciente índice de ancianos fracturados.

El traumatismo óseo conlleva un deterioro general de las capacidades físicas y funcionales del anciano.

Los ancianos con buena relación familiar y social se rehabilitan más rápida y eficientemente de su fractura.  La rehabilitación deberá instaurarse de forma precoz.

Los ancianos institucionalizados que sufren una fractura muestran una mortalidad mucho más elevada que los que permanecen en su domicilio.

Una de cada tres personas ingresadas en los hospitales por sufrir fracturas es un anciano.

Los objetivos rehabilitadores del anciano fracturado son, esencialmente, mantener la libertad articular, prevenir la debilidad y la atrofia musculares, restaurar la función y evitar complicaciones.

En los fracturados de cadera, el objetivo principal es el logro de la marcha, lo cual depende esencialmente del tratamiento ortopédico.

La prevalencia de los aplastamientos vertebrales está relacionada con la edad y la densidad ósea, y su principal mecanismo de producción es la caída sobre las nalgas.

La rehabilitación del fracturado óseo anciano se adoptará personalmente en cada caso según las características biológicas, psicofísicas y sociales del paciente, tratando de conseguir la máxima independencia posible y el más pronto retorno a una vida eficiente.

Una de las mayores preocupaciones actuales, desde el punto de vista rehabilitativo, lo constituye el creciente índice de ancianos fracturados, lo cual es un nuevo problema sanitario y económico que se añade a los cada vez más frecuentes procesos clínicos existentes en la población anciana, especialmente trastornos e insuficiencias motivadas por la involución o enfermedades casi específicas de la vejez.

La rehabilitación, en definitiva, pretende el restablecimiento máximo de las funciones menoscabadas.  Si bien esta finalidad es clave en todas las edades, en el  caso de los ancianos el logro de la más elevada independencia y óptima adaptación a las actividades cotidianas constituyen nuestro reto más relevante.

El traumatismo óseo no constituye, tan sólo, una alteración física que afecta a parte del aparato locomotor, sino que penetra mucho más profundamente en las capacidades físicas y personales del traumatizado.

El estudio de Borkan y cols (1991) sobre un amplio grupo de ancianos con fractura de cadera puso de manifiesto los siguientes hechos:

1.      Los ancianos que mantienen de forma habitual buenas relaciones con el mundo exterior (familiar y social) y consideran su fractura como un “suceso” se rehabilitan más rápida y eficazmente.

2.      Por el contrario, los que valoran su fractura como una enfermedad invalidante reaccionan con una marcada pérdida de fuerza, autonomía y relación con el mundo, quedan seriamente marcados psicológicamente y sus índices de rehabilitación son muy bajos.

INCIDENCIA

1.  Fracturas petrocantéreas de fémur
2.  Fracturas de cuello femoral
3.  Fracturas vertebrales
4.  Fracturas de pelvis
5.  Fracturas de pilón tibial y maléolos
6.  Fracturas proximales de húmero
7.  Fracturas distales de antebrazo


INTERVENCIÓN REHABILITADORA

La rehabilitación de las fracturas en ancianos constituye un programa multidisciplinario que disminuye la estancia hospitalaria, mejora el nivel biológico y funcional del individuo, y supone una valiosa ayuda social para aquellos ancianos que padecen otros problemas médicos o poseen escasos medios económicos.  Es un proceso que consume tiempo, trabajo y costos, pero mejora sustancialmente la independencia y la calidad de vida del anciano y evita su institucionalización.

Los objetivos fundamentales de la intervención rehabilitadora, preventiva y terapéutica, consisten en los siguientes puntos:

1.  Causas facilitadoras y su prevención
2.  Evitar o disminuir el dolor
3.  Tratamiento ortopédico
4.  Restablecer la máxima función posible.

Para planificar correctamente un tratamiento rehabilitador se requiere: conocer los principios básicos de la ortopedia, determinar la mecánica de la fractura, valorar las estructuras lesionadas, así como la reducción y la estabilidad de la fractura.  Igualmente se necesitan suficientes conocimientos de interpretación radiológica.


Rehabilitación del paciente con fractura de cadera.  Los ejercicios de recuperación son elementales: potenciación activa y resistencia de la musculatura glútea.  La hidroterapia en piscina que facilita el movimiento por las propiedades mecánicas del agua (flotación y empuje) y los baños de contraste (calor-frío) estimulan la actividad circulatoria y muscular.



Rehabilitación del paciente con fractura de extremidad superior de húmero.  Los ejercicios activos de dedos, muñeca y codo se iniciarán desde el momento de la inmovilización y se mantendrán las AVD a expensas de la extremidad no afectada.  En este tipo de fracturas suele presentarse gran rigidez y dolor si la inmovilización ha sido corta.  Finalizada la fase de inmovilización, se iniciarán movilizaciones pasivas, asistidas y resistidas progresivas.

Rehabilitación del paciente con fractura de tipo Colles (huesos del antebrazo el radio y el cúbito).  Los ejercicios de inician con movimientos activos de los dedos en todo el recorrido posible, aun cuando no deben forzarse para evitar complicaciones tendinosas, inflamación de las vainas tendinosas (tenosinovitis) o aumento de presión sobre el nervio mediano (síndrome del túnel del carpo).  Las articulaciones de la extremidad que no estén inmovilizadas se movilizarán activamente, con resistencias progresivas.

Rehabilitación del paciente con fractura vertebral.  El tratamiento consiste en reposo, analgésicos y frío local.  La inmovilización, según el grado de dolor, puede mantenerse 1-3 semanas.  Posteriormente se aplicará calor y aumento de actividades físicas según la tolerancia, incluidas las transferencias y marchas asistidas, pero “evitando la flexión de columna”.  Los ejercicios isométricos o isotónicos de extensión se efectuarán progresivamente.

La rehabilitación del anciano con fractura ósea debe adaptarse personalmente en cada caso según las características biológicas, psicológicas y sociales del paciente, tratando de conseguir la máxima independencia posible y el más pronto retorno a una vida eficiente.

1 comentario:

  1. Vivo personalmente esta experiencia; mi madre hace 3 años tuvo fractura de cadera y su principal motor de rehabilitación fue y es el amor que recibe...Excelente artículo Claudia...Felicidades

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