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lunes, 27 de agosto de 2012

LA ANOREXIA EN LAS PERSONAS MAYORES



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La anorexia en el anciano: soluciones simples para un problema difícil

La anorexia nerviosa es una de las patologías propias de los adolescentes que más preocupación ha suscitado en los últimos años. Sin embargo, la juventud no es el único colectivo que se ve amenazado por esta dolencia. Ya sea por depresión, por los efectos secundarios de algunos tratamientos, la falta de movilidad o debido a otras patologías asociadas, la anorexia en el anciano tiene como gravísima consecuencia la desnutrición. Muchas veces las soluciones más simples pueden dar un giro al estado de salud del mayor.
El porqué de la anorexia en los ancianos encuentra su explicación en diferentes causas:

  • La depresión, fruto de la soledad por la pérdida reciente del cónyuge.
  • Como efecto secundario de tratamientos farmacológicos.
  • La falta de movilidad. Cuanto menos ejercicio hacen, menos apetito tienen.
  • Debido a otras patologías o problemas de salud asociados.
    Esta diversidad de orígenes aumenta aún más la importancia de definir en primer lugar la causa para llevar a cabo un mejor abordaje de la enfermedad. “Cuando la causa radica en la administración de un tratamiento, sustituirlo o cambiar las dosis puede ser suficiente. Sin embargo, si el paciente tiene una depresión lo primero que habrá que hacer es tratarla. A veces las soluciones más sencillas pueden valer para los problemas de la nutrición”, señala Marta Castells, vocal del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona.

    Medicamentos específicos como la digoxina, utilizado en el tratamiento de las enfermedades cardíacas, la levodopa, propio de los enfermos de Parkinson, o muchos antibióticos y quimioterápicos pueden derivar en anorexia por sí solos, o bien por un uso indebido de los mismos. “Por eso es recomendable siempre hacer un seguimiento por parte del médico y el farmacéutico. Un fármaco que puede ser eficaz a la dosis justa, si el paciente se excede en cantidad puede llegar a provocar anorexia”, comenta la experta.

    Es un círculo vicioso

    Existe toda una serie de problemas en la salud del anciano que también pueden ser causa indirecta de anorexia. “La xerostomía o sequedad de la boca, la disfagia o simplemente tener la dentadura en mal estado dificultan hasta tal punto la nutrición que pueden hacer que el mayor acabe perdiendo el apetito y deje de comer”, explica la doctora. El principal problema de todo esto es su consecuencia: la desnutrición.

    “Hemos de evitar ante todo que el mayor llegue a ese estado”. Para ello muchas veces tan solo se necesita usar la lógica y aplicar soluciones específicas a cada problema:

    La anorexia, el trastorno alimentario que lleva a dejar de comer o a no comer lo suficiente como para mantenerse saludable y que puede poner en riesgo la vida, se da en todos los estratos sociales y en todas las edades –desde los 6 ó 7 años hasta mayores de 60-, aunque la mayoría de los casos se ven en las mujeres jóvenes. A pesar de que la información acerca de este trastorno en la Tercera Edad es muy escasa, los especialistas afirman que existen casos de anorexia en esa etapa de la vida.

    Es raro que la anorexia aparezca “de la nada” en una persona ya mayor: Cuando la anorexia se presenta después de los 60 años, por lo general se trata de personas que han tenido trastornos alimentarios más o menos graves durante la adolescencia, de modo que este vínculo con la comida se vuelve crónico y, en momentos conflictivos, reaparece. Es raro que de golpe una persona que nunca ha tenido un trastorno alimentario lo presente en la Tercera Edad.

    En el caso de las mujeres activas mayores de 60 años este trastorno puede tener que ver:
    • Con una necesidad imperiosa de seguir respondiendo a determinado ideal de belleza y delgadez que impone la sociedad.
    • Con una gran dificultad para aceptar la edad, el paso del tiempo y sus consecuencias en el cuerpo.
    • Con la insatisfacción con el cuerpo y las dificultades que pueden tener para bajar de peso –cuando eran jóvenes bajaban más rápido-.
    Con respecto a los ancianos en general, otros factores que pueden inhibir el apetito son los siguientes:
    • La depresión o la angustia.
    • La soledad y la falta de ganas de cocinar para uno mismo.
    • El disgusto por la comida sin sal o la dieta indicada por el médico que no resulta atractiva y hace que se pierda interés en la comida.
    • Las dificultades en la masticación que se producen por la falta de piezas dentarias o por la incomodidad de las prótesis.
    • La alteración y disminución del sentido del gusto que puede darse en los ancianos.
    Cuando una persona pone su angustia en la comida, lo va a seguir haciendo durante la Tercera Edad si no se trató: tienen un estilo para vincularse con la comida que ya se transforma en un patrón de conducta. La dieta de una persona mayor debe ser variada y las porciones tienen que ser moderadas pero suficientes para cubrir sus requerimientos nutricionales: si bien los ancianos necesitan menos calorías que un adulto activo, también necesitan más vitaminas y minerales.

    Por eso, los profesionales de la salud que atienden a los ancianos deben evaluar su estado nutricional para asegurarse de que cuenten con las suficientes reservas calóricas y proteicas.

    Intentar que coma lo más concentrado posible, no 
    se le pueden dar comidas muy voluminosas. Por ejemplo, si se toma un puré 
    añadirle leche en polvo o un chorro de aceite para que alimente más
    No beber agua durante 
    de las comidas para que no se llene el estómago. Hacerlo fuera de 
    las mismas
    Si tiene problemas de deglución se recomienda un 
    vaso de agua fría antes de comer porque estimula este reflejo y el 
    de masticación
    Si tienen la boca seca no tomar alimentos salados, sino 
    comidas húmedas y blandas
    Tener una higiene extrema en la boca porque al cambiar 
    la composición de la saliva (debido a la xerostomía) son mucho 
    más propensos a sufrir caries y otras infecciones bucales
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