sigueme

viernes, 17 de agosto de 2012

El tiempo libre de las personas mayores a través de la animación sociocultural representado como una “educación formal no escolarizada


La evolución de la educación no formal nos lleva a reconocer que las primeras referencias a la 
misma las encontramos en la Educación Popular, que surge a finales del siglo XIX, por medio de la Iglesia y el Estado. Desde ese momento hasta nuestros días se han producido numerosos acontecimientos que han llevado a consolidar los estudios de Educación Social como un intento de dar respuestas a las necesidades sociales desde la vertiente educativa no formal,  como uno de los desafíos más importantes de las sociedades del siglo XXI. Esta intervención, que se viene produciendo desde este ámbito no formal, abarca cuatro grandes líneas de actuación, destacándose la educación especializada, la educación de adultos, la 
animación sociocultural y la formación laboral, que a su vez, se dirigen a una gran diversidad de grupos de población y género, entre los que podemos incluir la atención a la infancia y familia.; a la juventud; a los adultos; a discapacitados; a personas mayores, a situaciones de conflicto social y marginación, entre otros.  

En este sentido, destacamos la importancia del tiempo libre que tiene lugar a lo largo de la vida, incidiendo en el grupo de personas mayores, que tras la jubilación posee un mayor tiempo libre, decidiendo qué quiere hacer con dicho tiempo. Para ello, es necesario tener bien presente las políticas de atención social que deberán potenciar y garantizar las dimensiones que permitan la mejora de los parámetros de bienestar y calidad de vida en las personas de edad. Así pues, se subraya el Plan Gerontológico Nacional (2000) como un importante instrumento de actuación que permite establecer las líneas de intervención en el desarrollo de las personas mayores, destacándose en nuestro caso, el área IV, denominada de Cultura y 
Ocio, donde se pone de relieve la importancia del acceso de las personas de edad a la educación formativa y al caudal cultural, tratando de incrementar el disfrute, por parte de las mismas, de todas las facetas de la vida cultural del país. 

Por tanto, centramos nuestro objeto de estudio en las actividades de animación sociocultural que realizan las personas mayores, siendo estas actividades el instrumento de integración de este colectivo en el progreso de la sociedad, analizando como se produce la educación en y para el tiempo libre a través de una institución no formal denominada “Aulas Culturales para Mayores”.  

Animación sociocultural y personas mayores Cuando hablamos de ASC hacemos referencia a una concepción de la educación que se produce durante el tiempo libre. Aunque es habitual hablar de actividades de tiempo libre en las personas para referirse a las prácticas educativas de la ASC en los  distintos sectores poblacionales. Ander-Egg (2000,  p. 100) la define como “un conjunto de técnicas sociales que, basadas en una pedagogía participativa, tiene por finalidad promover prácticas y actividades voluntarias que con la participación activa de la gente, se desarrollan en el seno de un grupo o comunidad determinada, y se manifiestan en los diferentes ámbitos de las actividades socioculturales que procuran el desarrollo de la calidad de vida”. Para la ASC las actividades son un medio con el que se cuenta para alcanzar su objetivo último que es educar en y para el tiempo libre y el ocio, ya sea a través de una entidad o no, siendo nuestro caso una institución no formal denominada “Aulas Culturales para Mayores”.  

En estas prácticas, es necesario destacar que el ser humano desde  siempre ha estado muy 
preocupado por el tiempo, siendo una constante en su devenir histórico, sobre todo ha estado muy inquieto por la pérdida del mismo. El tiempo es un fenómeno que marca el acontecer de toda persona, que viene manifestándose a través de dos momentos bien diferenciados que marcan la inquietud y la conducta del sujeto, uno es el tiempo de trabajo y otro es el tiempo de no trabajo, donde se ubica el tiempo libre que dedica la persona para expansionarse y divertirse realizando actividades de entretenimiento lúdico y/o culto. 

La cantidad de tiempo libre disponible varía a lo largo de la vida. Durante la infancia y la juventud resulta ser más amplio, reduciéndose al incorporarse a la población laboral para, por último, volver a ampliarse en la fase final de nuestra vida, tras la jubilación. En este sentido, cabe destacar que en la etapa infantil y en la de jubilación es donde se posee un mayor tiempo libre con una gran diferencia entre ambas, ya que en el periodo infantil los mayores dirigen el tiempo libre de los pequeños y en la etapa de jubilación son éstos los que deciden qué quieren hacer con su tiempo libre, siendo éste el objeto de nuestro estudio. 

Las Naciones Unidas establecen el término de  "Personas de Edad" para referirse a un amplio colectivo con una clara disminución en sus capacidades a nivel general, señalando los 60 años como el comienzo de esta etapa, aunque no es homogéneo para todos los países. La Unión Europea establece una diferencia entre la "tercera edad", que comienza a los 65 años y finaliza a los 80 años, y la "cuarta edad", a partir de los 81 años hasta el final de sus días, matizando entre los que no han llegado a los 100 años, que requieren servicios sociales, sanitarios y ayuda económica, y los centenarios.  

A lo largo de la historia, las visiones que se han producido sobre el envejecimiento son muchas y variadas, y van desde enfoques tradicionales, con una imagen negativa de los mayores, hasta las visiones más actuales que proporcionan nuevas formas de concebir la vejez. Este periodo se puede definir como una etapa vital que “no es solamente una cuestión de edad cronológica, deterioro físico, psicológico o social, de estado civil, de situación laboral…, sino que por el contrario es un estado de ánimo, de dinamismo y de actitud ante la vida”  (Mingorance, 2003), lo que nos lleva al concepto de Envejecimiento Activo. Término que 
resurgió en los años 80 en Estados Unidos como envejecimiento productivo, con un enfoque más positivo a esta circunstancia; mientras que en Europa nace en  los años 90, bajo la influencia de la Organización Mundial de la Salud que enfatizó la relación vital entre la actividad y la salud, poniendo énfasis en la calidad de vida y bienestar mental y físico de las personas.  

Esto nos lleva a destacar que la población envejece, como consecuencia de ello, en el 2050 se prevé que la población de personas mayores alcance los 2.000 millones, frente a los 600 que había en el año 2000 (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales-ONU, 2002). Las políticas de atención social deberán potenciar y garantizar las dimensiones económica, sanitaria, social y cultural, desarrollando programas y estableciendo instituciones que permitan la mejora de los parámetros de bienestar y las condiciones de vida de las personas mayores. En este sentido, la Constitución Española (1978, art. 50), manifiesta que  “los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante  un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio”; y el Plan Gerontológico Nacional (2000) como marco de intervención para las personas mayores, diseñado en cinco áreas de trabajo: pensiones, salud y asistencia sanitaria, servicios sociales, cultura y ocio, y participación. El análisis realizado del Área IV “Cultura y Ocio”, pone de relieve el bajo nivel de formación de los mayores, lo que limita su capacidad de participación en los diversos aspectos de la vida comunitaria. Por tanto, en esta área se busca facilitar el acceso a la educación formativa y cultural mediante actividades ofrecidas en las instituciones y centros gerontológicos; incrementar el disfrute por parte de las personas 
mayores de todas las facetas de la vida cultural del país, propiciando su presencia en actos de la sociedad, favoreciendo los desplazamientos urbanos e interurbanos y disfrutando de los bienes culturales nacionales e internacional. En definitiva, se trata de llevar a cabo la ASC como instrumento de integración de este colectivo en el progreso de la sociedad. 

Lo que se pretende es que los mayores vivan el tiempo libre en términos de ocio creativo, teniendo en cuenta aquel viejo pensamiento de Cicerón «las personas que no tienen recursos interiores que les permitan vivir una vida buena y feliz, encuentran que toda edad es una carga». Asimismo, se pretende que estén presentes en una sociedad solidaria y liberadora. Por todo ello, las líneas conductoras que guían los objetivos en este área tienen una doble vertiente: conseguir que los mayores accedan a los bienes culturales de nuestro país e ir modificando los esquemas sociales para que se valore el patrimonio moral, cultural y cívico de los mismos, de modo que  se llegue a considerar como algo altamente positivo para toda la 
sociedad. 

Estos parámetros dan lugar al término calidad de vida, que ha sido formulado por una gran 
diversidad de autores que han tratado de explicar que es un concepto multidimensional que se produce en contextos determinados, con perfiles concretos (tercera edad…), donde se deben recoger los aspectos objetivos y subjetivos que experimenta la persona mayor. Por lo tanto, la calidad de vida se define como el bienestar y la satisfacción personal que experimenta  un sujeto en las actividades de su vida diaria (Mingorance, 2002a) abarcando el desarrollo integral de la persona.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario