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lunes, 20 de agosto de 2012

LA SEXUALIDAD EN LA VEJEZ


La sexualidad en la vejez existe. Cada vez se subrayan más los beneficios que reporta
al estado de salud, bienestar y satisfacción general del anciano (Buder y Lewis,
1986). .
Tradicionalmente la sociedad ha alimentado una serie de tlbúes y estereotipos
negativos acerca de la s.exualidad en la vejez, que han hecho muy difícil un estudio
serio sobre el tema, lo cual queda reflejado en el escaso número de investigaciones
que existen y las dificultades conceptuales y metodológicas que implican.
Hoy en día podemos afirmar que la sexualidad en la vejez debe ser enmarcada
dentro de la estrecha relación que existe entre aspectos biológicos, psicológicos y
sociales. Los cambios fisiológicos en el anciano, que sirvieron erróneamente de excusa
y barrera para negar su actividad sexual, en la actualidad son algo bien conocido,
concluyendo que a pesar de las limitaciones que pueden imponer en algunos
aspectos, permiten la actividad y la satisfacción sexual en la vejez.
Esto nos lleva a enfocar la sexualidad desde otra perspectiva, pasando del «modelo
de sexualidad basado en el joven» donde se igualaba sexualidad con coitalidad
(yen el que no había cabida para el anciano), a un modelo más permisivo y real que
la identifica con placer sexual, y en el cual las posibilidades de manifestación y actividad
son inmensas -abrazos, besos, sexo oral, etc.- (Gochros y Fisher, 1980;
Hite, 1976).
El estudio de los aspectos psicológicos, sociales, demográficos y patológicos que
afectan a la actividad y el interés sexual, nos aportan las claves para entender por qué se
ha negado esa sexualidad y qué efectos han tenido en otras áreas de la vida del anciano.
Aclarar lo que la sexualidad ha sido, es y puede ser en la vejez, obedece a una intención
que los profesionales, investigadores y en general toda la sociedad deben hacer
realidad, ya que a todos nos afecta.
Por otra parte, el cambio de actitudes hacia una sociedad más permisiva está
propiciando que los estudios sobre sexualidad sean más. numerosos, lo que sin duda
contribuirá a favorecer el desarrollo y la optimización de las posibilidades dé los ancianos
en el ámbito de las relaciones sexuales, programas educativos, de intervención
y sobre todo a darnos pautas de cómo enfocar nuevos problemas derivados de
esa mayoi-libertad y del progresivo crecimiento de la población anciana en nuestra
sociedad (Starr, 1985).


ASPECTOS FISIOLÓGICOS DE LA SEXUALIDAD EN LA VE]EZ

Aunque los diferentes estudios sobre sexualidad en la vejez toman como muestra
personas mayores de sesenta o sesenta y cinco años, lo cierto es que esta edad responde
más a un criterio arbitrario donde se conjugan razones sociales y políticas
(ejemplo, la jubilación).
A nivel fisiológico, dentro de este intervalo de edad ya se han asentado una serie
de cambios, pero hay que subrayar que no existe una edad real que sirva de barrera
para separar adultos y viejos. El proceso de envejecimiento sexual se inicia mucho
antes y tiene una evolución lenta y continua, con una gran variabilidad interindividual
(Sheneider y Rowe, 1990).
En la mujer, la etapa biológica que representa la menopausia, y en concreto los
años posmenopáusicos, señalan el fin de los estados procreativos y, por tanto, una
transición a otra fase en el ciclo biopsicosocial de la vida, creando nuevas condiciones
para la actividad sexual. Los cambios más bruscos acontecen en la vagina, como
consecuencia de la disminución de estrógenos.
Para el hombre el proceso es más regular, los cambios más importantes afectan a
la capacidad de erección, frecuencia del coito y duración del periodo refractario
(Kaplan y Sager, 1971).
Estas nuevas condiciones fisiológicas, propias del proceso de envejecimiento sexual,
en sí mismas no suprimen la necesidad y la capacidad para -la actividad sexual.

Aspectos fisiológicos de la sexualidad en la vejez

Mujer
• Disminución de estrógenos
• Disminución del tamaño de la vagina, se estrecha y pierde elasticidad.
• Menor lubricación de la vagina.
• Menor vasocongestión del clítoris, labios y plataforma vaginal en general, durante la respuesta sexual.
• Fase de excitación sexual más lenta.
• Los senos disminuyen de tamaño y turgencia.
• El orgasmo puede ser más corto y menos intenso.

Hombre
• Disminución de testosterona.
• Disminucion de la producción de esperma.
• Erección más lenta, necesita mayor estimulación, y el pene disminuye en turgencia.
• Los testículos se elevan menos y más lentamente en la respuesta sexual.
• El período refractario se alarga (puede durar incluso una semana 6 más).
• El orgasmo puede ser más corto y menos intenso


Son numerosos los estudios que demuestran que la actividad sexual continúa en la vejez, incluso hasta edades muy avanzadas.
Por ello, es muy importante que los viejos conozcan bien estos ·cambios. La atrofia de la mucosa vaginal acompañada de la disminución de lubricación que en algunas mujeres produce dolor en la relación coital, puede ser contrarrestada con el uso de cremas específicas aplicadas localmente o, en casos extremos y siempre bajo control médico, requerir el uso de la terapia sistemática de reemplazamiento de estrógenos
(Lang y Aponte, 1967). Si el estado general de salud es bueno, el envejecimiento en la mujer no conlleva una disminución de b capacidad orgásmica. Masters y Johnson (1966) en un estudio con 34 mujeres posmenopáusicas, informaron que éstas presentaban una adecuada capacidad de la función sexual, aunque observaba algunas diferencias en la respuesta del comportamiento sexual comparadas con las mujeres más jóvenes, que se acentuaban por la carencia de regularidad en la actividad sexual durante estos años. Asimismo, otros investigadores han encontrado que la respuesta sexual en la mujer se mantiene igualo mejora después de la menopausia (Tavris y Sadd, 1977).
En el hombre, la inseguridad y la ansiedad son los aspectos que más pueden interferir en su actividad sexual, lo que refleja una falta de conocimiento y/o no aceptación de los procesos de envejecimiento. El hombre que a la edad de 65 años comprueba que tarda más tiempo en alcanzar la erección, puede atribuir estos cambios a una falta de potencia, cuando es simplemente un cambio fisiológico del envejecimiento, no más o menos sorprendente que el hecho de que no tenga la misma fuerza física que tenía a los veinticinco años (Kolodny, Masters, Johnson y Biggs, 1979). Es necesario que las parejas no se sientan limitadas en su sexualidad, que conozcan el uso de otras técnicas.
Las relaciones sexuales exigirán más tiempo, más compenetración, pero esto no tiene por qué limitar a la pareja, más bien ofrece la ventaja de alargar el disfrute, la comunicación y la interdependencia.
En definitiva, los cambios normales fisiológicos que acontecen en la vejez no son un hándicap para la actividad sexual. Sin embargo, esta nueva situación conlleva una readaptación y asimilación en la que están implicadas otras variables, como a continuación veremos, que serán las que en última instancia determinen el cese o el mantenimiento de esa actividad.

MARCO PSICOSOCIAL DE LA SEXUALIDAD EN LA VEJEZ

Tabúes y falsas creencias

Nuestra sociedad ha alimentado de manera errónea una serie de tabúes y falsas creencias en contra del sexo en la vejez.  Tal· vez en el origen de éstos se asienta la idea de que la procreación: es el único in" de la sexualidad.

Falsas creencias sobre la sexualidad

• "Los v:ejos no tienen capacidad fisiológica que les permita tener conductas sexuales ...
• "A los viejos no les interesa el sexo .. .
• "Los viejos que se interesan por el sexo son perversos ("el viejo verde") ...
• ,~La actividad sexual es perjudicial para la salud, especialmente en la vejez .. .
• "Es indecente y de mal gusto que los viejos manifiesten intereses sexuales .. .
• "Las desviaciones sexuales son más frecuentes en la vejez... .

Diferentes investigaciones han verificado una y otra vez la existencia de estas ideas erróneas.  Los jóvenes estudiantes de la muestra obtenida por Pocs, Godow, Tolone y Walsh (1977) afirmaban no creer que el sexo existiera después de los 40 años. Otros estudios han descubierto que un número considerable de ancianos opinaban que la actividad sexual era inadecuada para su edad.
Estos tabúes carecen de una base sólida, y han provocado que el anciano se muestre receloso y poco cooperativo a la hora de hablar sobre su sexualidad, lo que queda reflejado en su actitud de sigilo y silencio o en el elevado porcentaje de respuestas de tipo «no sabe/no contesta». No es verdad que los viejos no se interesen por el sexo, que no mantengan actividad sexual o que ésta sea perjudicial para su salud.
Lo que en el fondo subyace es el dominio en nuestra sociedad de un modelo de sexualidad basado en el joven, que ha ayudado a coartar el derecho de los viejos a una vida sexual activa y placentera.



Modelo de sexualidad basado en el joven» versus «modelo de sexualidad basado en el placer»

El modelo de sexualidad basado en el joven responde al concepto tradicional y dominante de sexualidad. Muchas son las personas que han identificado sexualidad y  coitalidad, premisa principal que ha repercutido negativamente en la sexualidad humana, especialmente en la población anciana, debido a las limitaciones y restricciones que implica (Starr, 1985).
Este enfoque se mueve a nivel cuantitativo más que cualitativo y da preponderancia a diferentes aspectos como son la figura de «macho», genitalidad, heterosexualidad, el sexo para la reproducción, etc. (López, 1987).
El verdadero problema surge cuando las personas interiorizan y limitan su sexualidad a estos falsos ideales. En e1 anciano, un descenso en la respuesta de erección unido a una fuerte ansiedad por e! miedo al fracaso, puede dar lugar al abandono del deseo y la actividad sexual.
Por otra parte, la mujer, desde este modelo, desempeña un papel secundario.


ASPECTOS QUECONDICIONANLA SEXUALIDAD EN LA VEJEZ

Aspectos psicológicos

La vejez es una etapa más de la vida y no un declive general de capacidades (Pollock, 1984). Envuelve transiciones que requieren un proceso transformacional. Es muy importante que el individuo se adapte y acepte estos cambios si quiere disfrutar de su sexualidad y de su vida en general (Thienhaus, Conter y Bosmann, 1986).
Cambios psicológicos propios de esta etapa, especialmente aquéllos relacionados con el interés sexual,  corporal, actitudes hacia el sexo, capacidad de enamorarse, etc.

Historia de la vida sexual del individuo: La capacidad del anciano para mantener una vida sexual activa se debe, en parte, a su experiencia sexual en épocas anteriores.
Una identidad de género en la infancia (la forma en que el individuo siente su individualidad como hombre o mujer) positiva y consistente, junto a unos primeros encuentros sexuales valorados y disfrutados por el joven, son dos aspectos que abrirán las puertas a una extensa e intensa vida sexual en la época adulta. Ésta, a su vez, será la mejor garantía del mantenimiento y satisfacción de la actividad sexual hasta edades
muy avanzadas de la vejez.


Por otra parte, los cambios psicológicos propios de la vejez más relacionados con la sexualidad son:

La aceptación de la propia imagen corporal (canas, arrugas ... ), la pérdida de capacidad física y los' cambios fisiológicos en su sexualidad. En este sentido, es importante recordar el daño que se hace al anciano cuando se le etiqueta como feo por el mero hecho de tener los signos propios de la vejez. Este estereotipo está influyendo muy negativamente en la autoestima e, indirectamente, en la sexualidad (López y Fuertes, 1989).

La aceptación de la vulnerabilidad de la vida y de la proximidad de la muerte. El balance que realiza el anciano sobre lo que ha sido su vida influirá decisivamente en sus expectativas. Si es concebido en términos de frustración, de metas incumplidas, etc., sentirá que el tiempo que queda es corto para corregir o intentar algo nuevo; la vejez no será más que la espera pasiva de la muerte. Cuando la visión es positiva y el sujeto se siente autorrealizado, todavía quedarán cosas que hacer, descubrir y disfrutar y, ¿por qué no?, el placer sexual es una de ellas (Erickson, 1980).

En relación a los vínculos afectivos, Long (1976) nos recuerda que los viejos muestran una clara necesidad de relaciones íntimas emocionales y de pertenencia.
También se ha señalado cómo influyen éstas en una buena autoestima. Reedy, Birren y Schaie (1981) subrayan que los ancianos valoran la seguridad emocional y la fidelidad mucho más que los jóvenes y adultos. Estos dos aspectos junto a los cambios valorativos en el respeto, comunicación, intimidad sexual, etc., exigen una cierta redefinición de la identidad sexual y el género (Blanco, 1985).

El deseo y el interés sexual se siguen manteniendo. Pfeiffer, Verwoerdt y Davis (1972) destacan las diferencias del interés sexual en hombres y mujeres. Así entre los 65 y los 71, el 90% de hombres y el 50% de mujeres seguían teniendo interés sexual.  En otros estudios posteriores, menos de! 30% de los ancianos de 90 años indican no sentir interés por el sexo.







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