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miércoles, 3 de octubre de 2012

NEURO-GYM. Entrenar el cerebro.

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Primero fue el cuerpo. Durante los últimos 20 años, especialistas de las diferentes áreas relacionadas con la salud se dedicaron a difundir la importancia de mantenerse en forma para mejorar la calidad de vida y disminuir el riesgo de padecer diferentes patologías. Ahora le llegó el turno a la mente: ¿se pueden ejercitar las neuronas?.


Uno, dos, tres… ¡ocho más! En este centro de entrenamiento no hay pesas, ni mancuernas, ni colchonetas para hacer interminables series de tediosos abdominales. Unicamente usted, su coach y una rutina a seguir que ¡por primera vez en la vida! no lo hará transpirar (o sí, pero será por otro tema, ¡no sea ansioso!) Entonces allí están, enfrentados a una computadora (o a un papel, o a un dibujo, o a un texto… Los ‘complementos’ pueden variar), entrenando… el cerebro. ¿Cómo es esto? “Para un ciudadano de la Antigua Roma, llegar mentalmente sano a los 80, 90 o 100 años no era una preocupación, porque el promedio de vida eran 25 años. A medida que se fue alargando la expectativa de vida, empezaron a aparecer las dificultades –razona la neuropsicóloga María Roca, junto a Teresa Torralva, encargadas del programa de entrenamiento cognitivo del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO)–. Durante años nos preocupamos por el cuidado físico, y ahora aparece la inquietud de pensar en cómo hacer para llegar a esa edad con la agudeza mental que nos gustaría”. [Entre monjas y ratones] Hasta hace poco se creía que los problemas de memoria eran una consecuencia inevitable del paso del tiempo y, para los científicos ‘serios’, hablar del entrenamiento del cerebro (o brain fitness) era casi una trivialidad. “Hoy se sabe que no es así. 

Existe un alto porcentaje de personas mayores de 65 años que no tiene ningún tipo de inconveniente –apunta Roca–. Y se empezó a ver que aquellas personas que poseían un mayor grado educacional tenían menor prevalencia de enfermedades como el Alzheimer o la demencia. Pero con este dato hay que tener mucho cuidado, porque en el fondo no tiene que ver con la cantidad de años que uno haya dedicado al estudio, sino con lo activa que haya mantenido la mente”. 

Fue Ian Robertson, jefe de investigaciones del Instituto de Neurociencias del Trinity College de Irlanda, quien se dedicó a reunir la evidencia que demostraba lo contrario. “Hubo varios estudios. En uno de ellos, experimentaron con ratones genéticamente modificados para desarrollar el mal de Huntington –relata Facundo Manes, jefe del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO)–. Pusieron un grupo en jaulas con molinetes, trampas, es decir, diversos estímulos. Y al resto, en una jaula vacía. Al finalizar el plazo, únicamente uno de los ratones de la jaula enriquecida había desarrollado la enfermedad”. Y agrega: “Hay otro estudio que se hizo en una congregación de monjas que habían donado sus cerebros para investigaciones. 

Aquellas que tenían una vida social más activa no llegaron a desarrollar mayores complicaciones, incluso cuando en sus cerebros se encontraron marcas claras del mal de Alzheimer”. ¡Cerebros en acción! La evidencia, entonces, demostró que el cerebro ‘se cansa’, y que se pueden realizar ciertos ejercicios para ‘mantenerlo en forma’. Hagamos un breve repaso. “De manera sencilla, podríamos decir que todo dato que se pueda poner en un reservorio para luego buscarlo es una memoria. Existen diferentes tipos de memoria, que se pueden clasificar en función de los datos que almacena, o también según la duración de cada recuerdo. ¿Dónde se encuentra? Más que estar ubicada en un lugar, hoy en día se cree que la memoria está distribuida en todo el cerebro y utiliza diferentes circuitos”, explica el doctor Roberto Schiefelbein, especialista del servicio de Neurología del Hospital Alemán. El caso es que estos circuitos pueden ser afectados de diferentes maneras. 

“Más que la memoria, lo que se deteriora con el paso del tiempo es la velocidad de procesamiento. Si a una persona de 80 años se le da la posibilidad y el tiempo necesarios para recordar una serie de datos, es muy probable que logre un score bastante cercano al de una persona de mediana edad. Solo que a esta última le llevará menos tiempo aprenderlo”, enfatiza Schiefelbein. Es allí donde aparecen los cuidados preventivos, que ayudan a disminuir el riesgo de que esto suceda. “Desde lo periférico hacia lo más puntual, podríamos señalar la importancia de mantener una buena tensión arterial, el azúcar normal, el estado de ánimo ya que la depresión es otro de los factores que influyen, los problemas de tiroides, llevar una dieta sana, hidratarse, realizar ejercicio físico… Y después viene lo que se llama ejercicio mental: una serie de actividades que alientan todos estos circuitos para que se mantengan conectados”, detalla el neurólogo. “El hipocampo, una región fundamental para el correcto funcionamiento de la memoria, es muy sensible a los efectos del estrés. 

Esta estructura cerebral está asociada con la capacidad de lograr nueva memoria y adquirir nueva información”, agrega Roca. Pero atención: es importante diferenciar lo que se podría llamar un deterioro cognitivo benigno, de aquel que está causado por enfermedades degenerativas como el mal de Alzheimer o las diferentes demencias. En este último caso, los ejercicios ayudarán a demorar o retrasar la aparición de los síntomas. [1, 2, 3] “Por todas estas razones, el programa de entrenamiento cognitivo dejó de ser interesante únicamente para las personas que presentaban algún tipo de problema cognitivo per se –expone la licenciada Roca–. 

Esto no quiere decir que con el entrenamiento se pueda evitar una enfermedad. Lo que hace es proteger el deterioro cognitivo, suma factores protectores”. Es por eso que cada vez son más los centros y hospitales que desarrollan este tipo de programas. ¿Cuándo es necesario hacer una consulta? “Cuando el problema empieza a afectar la vida laboral o social de las personas. 

En general, si la propia persona se da cuenta de que está teniendo dificultades, es probable que no se trate de nada severo. La situación es más complicada cuando el paciente está convencido de que no tiene ningún problema, y su entorno sostiene lo contrario”, agrega la neuropsicóloga. A partir de los 40 o 50 años, es bueno empezar a hacer controles regulares, cuanto antes tomemos conciencia, mejor. El cerebro funciona como un todo y, por lo tanto, se busca ejercitar también la atención, la concentración, el pensamiento creativo, el lenguaje, por poner algunos ejemplos. “A cada persona le servirán ejercicios o estímulos diferentes. Lo mejor es buscar actividades que difieran de lo que uno hace cotidianamente: leer, hacer crucigramas, estudiar idiomas. Como propone el profesor Robertson, cambio, desafío y aprendizaje, obviamente en una cuota coherente. El punto es que el cerebro esté desafiado. Pero sin excederse, porque hay una línea muy finita entre lo que es un cerebro desafiado y un cerebro estresado”, dice Roca. Más allá de los ejercicios, se pueden introducir pequeños cambios en la vida cotidiana, como intentar lavarse los dientes con la mano ‘poco hábil’, o alternar las rutas o caminos cuando uno realiza diariamente el mismo recorrido. 

Si está leyendo, complique la situación: intente atender y concentrarse en dos tareas al mismo tiempo (por ejemplo, leer y mirar televisión). U observe detenidamente un cuadro hasta registrar cada detalle y luego escriba todo lo que recuerde. “En el hombre, todo depende de la actitud ante lo nuevo. Si la persona mantiene un estilo de vida rutinario, repite lo que hace. 

En el campo de la gimnasia mental, lo mejor es experimentar en contextos reales en los cuales se jueguen, además de los instintos, los deseos, las emociones, las ideas y los pensamientos”, sostiene Horacio Krell, director fundador de ILVEM. “Ante problemas como el estrés, el cerebro quemado, el bajo rendimiento, el desgano o la falta de concentración, cada vez más gente se acerca a la gimnasia mental. Siempre digo que a la educación le falta una materia: Educación de la mente. Sin ella no se sabe usar el ‘hardware’ cerebral, y entonces el ‘software’ debe esforzarse en extremo, lo que produce cansancio”, reconoce. La buena noticia es que el cambio es posible. 

“El cerebro humano tiene una plasticidad extraordinaria y refleja inmediatamente lo nuevo que se hace. Aprender algo tiene su reflejo en la cadena neuronal que soporta el aprendizaje. Lo que nosotros hacemos, es enseñar a pensar”, sostiene Krell. Descubrir nuevos hobbies, ir al cine, al teatro, conversar con los pares y también con personas de menor edad, jugar… Aquí no hay lugar para las excusas: cualquier actividad vale a la hora de poner las neuronas en funcionamiento. Eso sí, tampoco abuse, como en todo entrenamiento, deberá reservar un momento para la vuelta a la calma y el relax. ¿Está listo para empezar? ¿O va a decir que la nota lo dejó agotado y ahora tiene que descansar? Si consigue leer las primeras palabras, su cerebro descifrará el resto: 

C13R70 D14 D3 V3R4N0 3574B4 3N L4 PL4Y4 0853RV4ND0 D05 CH1C45 8R1NC4ND0 3N 14 4R3N4, 357484N 7R484J484ND0 MUCH0 C0N57RUY3ND0 UN C4571LL0 D3 4R3N4 C0N 70RR35, P454D1Z05 0CUL705 Y PU3N735. CU4ND0 357484N 4C484ND0 V1N0 UN4 0L4 D357RUY3ND0 70D0 R3DUC13ND0 3L C4571LL0 4 UN M0N70N D3 4R3N4 Y 35PUM4 P3N53 9U3 D35PU35 DE 74N70 35FU3RZ0 L45 CH1C45 C0M3NZ4R14N 4 L10R4R, P3R0 3N V3Z D3 350, C0RR13R0N P0R L4 P14Y4 R13ND0 Y JU64ND0 Y C0M3NZ4R0N 4 C0N57RU1R 07R0 C4571LL0 C0MPR3ND1 9U3 H4814 4PR3ND1D0 UN4 6R4N L3CC10N; 64574M05 MUCH0 713MP0 D3 NU357R4 V1D4 C0N57RUY3ND0 4L6UN4 C054 P3R0 CU4ND0 M45 74RD3 UN4 0L4 L1364 4 D357RU1R 70D0, S010 P3RM4N3C3 L4 4M1574D, 3L 4M0R Y 3L C4R1Ñ0, Y L45 M4N05 D3 49U3LL05 9U3 50N C4P4C35 D3 H4C3RN05 50NRR31R.

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