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lunes, 6 de mayo de 2013

Cómo gozar de una sexualidad plena también en la tercera edad





¿Quién dijo qué los viejos con ganas de tener sexo son verdes? Hay que derribar el mito y pasar por alto el tabú: el sexo no se acaba con el paso del tiempo.
“No hay una edad para terminar con la relaciones sexuales”, asegura Marta Rajtman, médica especialista en sexología clínica y vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH). “Las relaciones sexuales pueden acabar por voluntad propia, impedimentos físicos, la religión o deseo de celibato, pero no tienen que terminar por razones exteriores o por prejuicio social”, afirma.
Para el sexo no hay edad. Cambia, eso sí, pero los especialistas coinciden en que los adultos mayores también pueden gozar de una sexualidad plena, teniendo en cuenta algunas pautas. Por ejemplo, que hay medicamentos para la hipertensión o el colesterol que pueden afectar el deseo y provocar trastornos sexuales. María Elena Billa Abrille, sexóloga clínica, agrega que “otro factor que afecta las relaciones sexuales es la depresión, a veces causada por cierto tipo de medicación”.
Con el paso del tiempo, el cuerpo va sufriendo distintos cambios físicos y psicológicos. En las mujeres, con la menopausia se pierde la lubricación y en los hombres la andropausia “pueden provocar una disminución en la respuesta orgásmica, por lo que es necesario la erotización de todo el cuerpo, encontrar y acariciar las zonas erógenas. Con la edad, la actividad sexual se centra más en el estímulo”, completa Adrián Sapetti, psiquiatra y sexólogo clínico y presidente de SASH.
Es que el la sexualidad va más allá de la genitalidad. “Las caricias, las miradas, los encuentros íntimos, el pasar tiempo con el otro, tomarse de la mano, los mimos, también son actividades sexuales”, expresa Billa Abrille.
Si bien, dice Rajtman, “es un derecho no querer tener relaciones con penetración”, el deseo tiene que ver con la vitalidad. Por eso, es necesario “hacer nuevos pactos y respetar las nuevas necesidades sin perder la intimidad”. Tal es el caso de las personas mayores que viven en geriátricos.
“Es necesario respetar las caricias, dejar que se den la mano y que reciban y den afecto”, afirma Billa Abrille. Rajtman propone que exista en todos los geriátricos “el famoso cuartito azul para mantener la intimidad de las parejas que se formen”.
Todos coinciden en que la sexualidad en la tercera edad depende de cómo fue la vida sexual en los años anteriores. Si se tuvo una vida sexual activa, no hay nada que temer. Y si el problema es el aburrimiento, hay hay que apelar a la creatividad: “Es necesario no perder la intimidad, variar utilizando distintas lencerías, estimuladores o juguetes. También ayudan las terapias sexuales”, concluye Sapetti.

El sexo, sinónimo de felicidad





A más sexo, más felicidad. Según un estudio, la frecuencia de las relaciones sexuales resulta un indicador significativo de la felicidad general de las personas, así como de la matrimonial.
La investigación, presentada en la 64° Reunión Anual de la Sociedad Gerontológica Americana, se basa en una encuesta realizada a 238 personas casadas de más de 65 años que respondieron preguntas como “¿Cuántas veces ha practicado sexo en los últimos 12 meses? Incluyendo como tal sexo vaginal, anal y oral”.
Cuando fueron consultados por la felicidad con su vida en general, el 40% de los que no reportaban actividad sexual dijeron que eran “muy felices”. Sin embargo, entre los que sí continúan sexualmente activos (más de una vez al mes) las respuestas positivas ascienden al 60%.
Además, cuando se los consultó por la felicidad en relación a su pareja, el 59% del primer grupo dijo estar “muy feliz”, mientras que entre los que mantienen relaciones más frecuentemente, el número sube al 80%. La vinculación entre estas variables se mantiene aún teniendo en cuenta factores como la edad, el sexo, el estado de salud y la situación económica.
Adrienne Jackson, directora de la investigación, afirmó que “la relación entre sexo y felicidad podría facilitar el diseño de intervenciones de salud sexual para mejorar la calidad de vida de estas personas”.
Esto cobra aún mayor importancia si se tiene en cuenta que para la mitad de las personas mayores el sexo sigue siendo importante en su vida, según una encuesta que realizó el Centro de Salud y Envejecimiento de Australia Occidental a casi 3.000 hombres de entre 75 y 95 años.
“No hay una edad para terminar con la relaciones sexuales”, asegura Marta Rajtman, médica especialista en sexología clínica y vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), en una nota publicada en Clarín. “Las relaciones sexuales pueden acabar por voluntad propia, impedimentos físicos, la religión o deseo de celibato, pero no tienen que terminar por razones exteriores o por prejuicio social”, afirma.
Los especialistas coinciden en que la sexualidad en la tercera edad depende de cómo haya sido la vida sexual en los años anteriores. Si se tuvo una vida sexual activa, no hay nada que temer. Y si el problema es el aburrimiento, hay que apelar a la creatividad: “Es necesario no perder la intimidad, variar utilizando distintas lencerías, estimuladores o juguetes.