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martes, 26 de febrero de 2013

Cómo alegrar la vida de nuestros abuelos


Cómo alegrar la vida de nuestros abuelosCuando la vida nos permite tener a nuestra madre o padre a nuestro lado, viviendo con nuestros hijos, es maravilloso.  Ellos nos llenan de sabiduría.
Con ellos todo se envuelve en consejos y recuerdos… esos ayeres que para ellos son un tesoro y para nuestros hijos son como una fábula que los mantiene sentados escuchando atentamente…

Los abuelos pueden hablar de cualquier tema, apoyarte y aconsejarte. Ellos aman a tus hijos y tienen más tiempo para ellos, para darles consejos y mucho amor, porque su ciclo de labores ha concluido y  ahora están dedicados a su familia.
¿Pero qué sucede cuando uno de los dos fallece?  ¿Qué sucede cuando tienes sólo a tu madre, que necesita de tus cuidados, que te necesita hasta para las cosas más sencillas? ¡Cuánta paciencia requiere cuidarlos! Paciencia que a ratos sientes que se te acaba.
Muchos hijos que viven esa situación no valoran que sus padres aún estén vivos, no aprovechan su sabiduría, ni disfrutan de la dicha tan grande de tenerles con ellos.  Les mantienen ahí, callados, haciéndoles sentir que estorban.  No aprecian su magia pura, su sonrisa que aprieta el corazón, ni su rostro ajado por los años que ha llorado infinitas veces por ellos, por sus ausencias, por su falta de amor.

Cómo dar alegría a los abuelos:

.1.¡Escúchales! Una de las cosas más importantes es saber escucharles… Llénate de paciencia y escúchales y disfruta de sus anécdotas.  Seguramente equivocarán nombres, fechas y olvidarán muchas cosas, pero tú debes estar atenta a sus palabras.
¡Cuéntenme algo, abuelitos!
.2. Evita descargar tu rabia sobre ellos.
Nunca les lastimes con palabras como: “¡ya me cansé de verte y de tener que levantarme a cada rato para llevarte al baño!”
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.3. Sácales a pasear.
Quizás ellos ya no puedan valerse por sí mismos, pero para eso estás tú.  No lo hagas por obligación.  Al contrario, devuelve un poco de todo lo que te han dado.  Verles la felicidad en sus ojitos te hará sentir satisfecha.
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.4. Sé agradecida y haz que se sientan valorados.  Sé que no pediste nacer, que traerte al mundo fue decisión de ellos, pero lo hicieron por amor. Te educaron con amor, sanaron tus heridas y te acunaron en tus momentos de temor en esas noches oscuras. Te dieron tanto y de tan buen modo que mira ahora en lo que te has convertido: ¡Una mujer fuerte y segura!
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.5. Ámalos y mímalos, son tuyos.
Piensa en todo lo que representan en tu vida y ámalos.  Dales todo lo que puedas darle. Vale la pena verles sonreír y disfrutar de sus últimos años de su vida.
© Autor: Shoshan.
Los abuelos están para ser amados.
Fotos © créditos: foto1foto3foto4foto5.

viernes, 1 de febrero de 2013

DE MADURITUD


¡Oh! ¡Soy una montaña rusa emocional!

Publicado el 25 de Enero de 2013Salud y cuidado personal
Los cambios de temperamento son normales en la Maduritud, pero a veces a nosotras nos pasa que nos sentimos como en una “montaña rusa emocional”, una especie de huracán que pasa por varios estados de ánimo a lo largo del día y claro, como es normal no siempre es agradable ni para mí ni para los que me tienen cerca en el momento.

¿Pero por qué me pasa eso? Esa pregunta es lo primero que me viene a la cabeza cuando siento que cualquier cosa puede afectarme demasiado o desmedidamente, y debido a esa misma predisposición, me siento más susceptible ante cualquier cosa. Mis hijos a veces se ríen con eso de que me parezco aquel superhéroe que se transforma en un “monstruito verde” que grita y lo rompe todo. Después de llorar un poco a solas me pregunté: ¿Pero así soy yo? – Obviamente, que no. Sino mi esposo jamás se hubiera casado conmigo.

Así que, decidida como soy, le pregunté al doctor que por qué me pasa eso y qué se le puede hacer al respecto. Y el doctor, con una sonrisa amigable tras escuchar lo del “monstruito verde”, me tranquilizó con una explicación tan sencilla me comento: “eso se debe a algunos cambios hormonales, que pueden ser más intensos algunas veces”. Me dijo que era de lo más normal del mundo y que realizando actividades para eliminar el estrés y una actitud positiva se podía controlar muy bien. Me garantizó que si el problema continuara por mucho más tiempo o fuera demasiado grave entonces podrían verse otras alternativas, pero que en la mayoría de los casos era suficiente con mejorar los hábitos y la actitud.

¡Qué bueno! Resulta que el médico tenía razón, porque después de seguir esos consejos ya he aprendido a reconocer cuándo me siento más sensible a esos cambios y a actuar para regular o controlar mis sentimientos cuando se encuentran más a flor de piel. Y si mis hijos me bromean, ahora me lo tomo a risa, que la vida es para llevarla con ánimo. La clave es aprender a identificar nuestros sentimientos y percibir cómo nos sentimos y qué queremos hacer al respecto. Cuando me siento más sensible, salgo a pasear con las amigas, y cuando siento que estoy algo más tensa o con mucha energía, hago algo de ejercicio y me doy un buen baño calentito.

Espero que esta experiencia, que creo no es únicamente mía, pueda hacernos más dueñas de nuestra Maduritud y aprender a controlar y sobrellevarla con mucha alegría y buen ánimo. Y ustedes, ¿se han sentido alguna vez en esta situación? ¿Qué hacen para sobrellevarla?.

Por Lola.