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miércoles, 25 de julio de 2012


Cómo vivir en plenitud después de la jubilación

Un punto de inflexión, eso es la jubilación. El asunto es saber cómo emprender el camino que allí se inicia. Se dejan cosas en el camino y se ganan otras...¿cómo equilibrar la balanza y superar los temores?






¿Qué voy a hacer con todo el tiempo que me sobre? ¿Se acordarán de mi después de un tiempo? ¿Cómo sentir que todavía sirvo para algo? Estas son preguntas que acucian a los recién retirados.
Algunos consideran a la jubilación como la etapa final en la vida de un individuo. En el parecer general –apoyado por prejuicios muy acendrados- el retiro es una etapa posterior a la productiva. Supuestamente, es tiempo de hacerse a un lado y descansar... pero en la sociedad actual parecería que quien no produce no existe.
Pero, ¿es esto así realmente?
No. La etapa útil de una persona no tiene nada que ver con un límite de tiempo impuesto por una legislación arbitraria. El aporte que una persona puede darle a la sociedad, no termina hasta que se da por vencida, haciendo caso a los convencionalismos y a los prejuicios.

Como planificar la etapa de la jubilación

Hacer frente a la amenaza de tener que autolimitarse es bastante difícil. Quizás la manera menos traumática de aceptar la jubilación sea no pensar en ella y vivir cada momento al máximo.
En esta sociedad moderna, la actitud ante quien está “fuera del circuito productivo” está teñida de menosprecio. Muchos, sin quererlo o a propósito, hacen sentir a las personas mayores como inservibles, sugiriéndoles la idea de que ya no sirven para el trabajo, lo que equivale a decir que “no sirven para nada”. Lo que, obviamente, tiene serias consecuencias, diferentes de acuerdo a quien las sufra.
Algunas personas eligen imponerse una meta económica o profesional para poder en algún momento cruzar a la vereda de enfrente, en donde podrían disfrutar de todo lo ganado... sea dinero, prestigio o vínculos familiares.
Otros aseguran sentirse capacitados para seguir con su tarea eternamente hasta que “las neuronas lo permitan”. Otros toman al retiro como un premio a su esfuerzo de toda la vida y eligen dedicar más tiempo para ellos mismos, a veces sin variar demasiado su rutina habitual, y otras yendo al encuentro de las cosas que toda la vida habían postergado.
El concepto de retiro es muy variable. Existen quienes aseguran querer “seguir trabajando, pero esta vez de abuelos” y también quienes dedican su esfuerzo y el recién ganado tiempo libre a la solidaridad, ayudando a quienes los rodean y necesitan.
Pero también están los que se resisten firmemente a que alguien les diga que hacer, sobre todo en los casos en que no se haya visto una merma en el rendimiento laboral, y eligen hacer caso a la reglamentación pero dedicándose a seguir en lo suyo, trabajando por cuenta propia.



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